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La Guajira: expectativa vs realidad…

Si eres cachaco como yo, te apuesto una cerveza que La Guajira no suele estar en tu top 3 de destinos a visitar si para tus vacaciones sueñas con playa, brisa y mar, porque pensamos que lugares como Cartagena, Santa Marta, San Andrés y hasta Coveñas van a ofrecernos esa comodidad que La Guajira probablemente, no. Y aunque esta imagen se ha formado más que todo por lo que escuchamos en los noticieros, lo que pensamos está lejos de la realidad y sí hay un tesoro escondido que vale la pena descubrir, y disfrutar.


La primera vez que fui a La Guajira fue por el cumpleaños de una de mis mejores amigas, quien por razones de trabajo se mudó a ese departamento, y con mi equipaje que parece un trasteo más mis ganas de rumbear, viajé a mi primer destino: Mayapo.


Mayapo es un municipio cercano a Riohacha, te demoras menos de una hora en llegar; y aunque sí verás niños indígenas que improvisan retenes para conseguir alimento, y el agua no es tan abundante como para tomar duchas extremadamente largas, sí llegarás a un paraíso con una playa espectacular donde no serás acosado por vendedores, el precio del almuerzo con pescado aún está razonable, y de hecho, si eres fan de la aventura, podrás hacer Kitesurfing.

Sin duda alguna, volvería a Mayapo, principalmente por la tranquilidad y la posibilidad de descansar y nadar en una playa que no es concurrida, donde no me molestarán los vendedores cada tres minutos y donde pago precios justos exentos de ese impuesto cachaco que mágicamente eleva los precios de cualquier cosa tan pronto me oyen hablar.


El tiempo se pasó volando, y me prometí volver a conocer los otros destinos que La Guajira tiene para ofrecer. Y así fue como, tan pronto tuve la oportunidad, regresé esta vez a conocer una ranchería de una comunidad wayuu cuyo nombre no soy capaz de recordar, y mucho menos pronunciar por lo que adjunto foto.

La experiencia fue mágica, y súper completa. Incluía transporte puerta a puerta, muestra

gastronómica coctel de bienvenida, y una inmersión cultural que ni les cuento. Más allá del

maquillaje, tuve la oportunidad de ponerme un vestido wayuu, y desde mis quince años no me sentía tan emocionada por probarme un vestido.


Intentar resumir con palabras lo que viví al escuchar a la matriarca, conocer sus costumbres, tradiciones, y su forma de ver la vida me ayudó a entender por qué su estilo de vida, y por qué ellos solo son pobres ante la cultura occidental a la que estamos acostumbrados -parafraseando a una de las personas más inteligentes que La Guajira tiene.


Y nuevamente, las vacaciones se acabaron, pero mis ganas por seguir aventurando por este territorio tan desconocido y único, no. Ahora, como buena fan del vallenato, quiero regresar a conocer el sur de ese departamento, que según me cuentan, es totalmente diferente a lo que ya he visitado. Eso sí, no olvides cargar repelente, bloqueador y un buen termo de agua para vivir al máximo cada lugar sin preocuparte por ser un bufet para los mosquitos, o el sol. Y sí eres un animalista como yo, no sobra llevar concentrado porque tu corazón se romperá en cada esquina.



¡Gracias Sumaj por ofrecer tantos planes para cada tipo de viajero! Muero de ganas por volver y seguir descubriendo la realidad única e increíble de La Guajira.


Para Sumaj Tours - María Lucía Aguilera




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